Un ser sin sexo ni edad busca su cabeza y su corazón, pero no cualquiera, ambas partes tienen que ser exactas a su cuerpo, encuentra muchas cabezas que encajan en su cuello, y muchos corazones que encajan en sus venas y arterias, pero ninguno de estos es el adecuado, dado que no sabe que edad tiene ni si es mujer u hombre, lo único que puede hacer es intentar encontrar lo adecuado para aquello que le falta.
Nadie le ayuda, varias personas ven a este ser caminar por las calles, por las carreteras, por los parques, a través de los edificios, todos le temen y le aíslan de la sociedad, pues es lo que siempre ha hecho la sociedad, temer lo que no conocen, y quien puede reprochárselo, este ser tampoco sabe quien es y teme descubrirlo, sin embargo, no puede tener una vida sin completar su cuerpo.
Han pasado cien años desde que, sin mas, empezó a buscar lo que sentía por naturaleza que le faltaba, había probado mas de un millón de cabezas, y mas de dos millones de corazones, no sentía pena por aquellas personas a las que tuvo que asesinar para conseguir sus partes, sin embargo le gustaba, y no entendía siquiera que le gustaba, solo disfrutaba sin explicación ni razón.
Ya han pasado novecientos años, con estos hacen mil desde su inicio de la búsqueda, las victimas y las partes extraídas de las mismas ya son incontable, medio mundo ha sucumbido entre sus manos, invisibles para si mismo. Tras haber aniquilado a tantas personas, desesperanzado ya por no encontrar lo que le pertenecía, empezando a pensar porque lo disfrutaba, llegó a una conclusión, no era un ser humano, era un demonio, sin cabeza, no tendría sentidos para ser benevolente con los humanos, sin corazón, no sentiría pena por ellos.
"Desde este momento, ya se que soy, ya no necesito buscar nada mas, solo he de disfrutar de lo que he disfrutado tantos años y dar a este mundo lo que ha pedido al crearme, la aniquilación del hombre"
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